martes, 23 de agosto de 2011

El Running en tiempos de crisis...

Este post es para todos aquellos que alguna vez se han puesto un par de zapatillas y han salido a correr. 
Da lo mismo que haya sido una cuadra, 1 kilómetro, 5, 10 o 42. Da lo mismo.
Si alguna vez mientras ibas corriendo te sentiste agotado, fatigado, adolorido y estuviste apunto de "tirar la toalla", independiente de tu capacidad, creo que este post lo vas a entender.
Pero en verdad lo que me impulsó a escribir un post acerca del running fue un dato super curioso que leí hace algunos días en el libro Born to Run.
Resulta que los gringos (que todo lo registran y lo miden) se dieron cuenta que hay tres momentos en la historia de EEUU en que las carreras de media y larga distancia (10 K, 21 K y maratones de 42 K) han sufrido un aumento explosivo y estas tres ocasiones han coincidido con momentos de fuertes crisis nacionales:
El primer boom se registró durante "La Gran Depresión" que comenzó en el año 1929, una crisis económica de proporciones catastróficas que dejó a los norteamericanos con altísimas tasas de desempleo por sobre el 30% y que tuvo repercusiones a nivel mundial.
Luego de la Gran Depresión el running tuvo una caída paulatina hasta que se produjo un  segundo boom durante los años 70' cuando los norteamericanos estaban luchando para recuperarse de lo sucedido en la Guerra de Vietnam, de la Guerra Fría, las revueltas raciales, efervescencia social y un presidente corrupto (Nixon).
Durante los 80' y 90' tampoco pasó mucho en términos de interés por el running hasta que llegó un tercer boom que se vivió hace no tanto tiempo, después de los atentados del 11 de Septiembre del 2001 a las Torres Gemelas que significó un fuerte impacto a la soberanía, a la política y a la economía de EEUU pero más aún, a la sensación de omnipotencia, supremacía y seguridad que tenían los norteamericanos hasta ese momento.
Esta relación directa que hay entre Crisis y Running puede que sea una simple coincidencia, pero quizás hay algo mucho más de fondo detrás. Quizás venimos "de fábrica" con un driver que nos dice que cuando estemos en una situación de crisis, de caos, de ataque o descontrol, la respuesta inmediata debiera ser, literalmente, "salir corriendo"... 
Interesante no?
Pero qué pasa por acá en Chile?
Solo por graficar dos puntos de una curva claramente ascendente en esta tendencia del running, les comento lo siguiente:
-Maratón de Santiago 2006: 1.000 participantes.

-Maratón de Santiago 2011: 28.000 participantes!!!

Algo está pasando no?
Quizás estos datos nos hablan de una sociedad irritada, frustrada,  desgastada, enrabiada, endeudada, oprimida, en suma, en crisis... (es cosa de ver las noticias no?)
Bueno, y lo esperable es que las personas reaccionen según ese driver que desde tiempos inmemoriales nos gatilla la NECESIDAD de correr cuando nos sentimos en peligro, atacados o estresados, con un único fin: Supervivencia.
Entonces, quizás la razón última que tuvieron esas 28.000 personas inscritas en la maratón de Santiago de este año, sea una y sólo una. 
Sobrevivir... 
A qué? No sé... 
Cada uno tiene sus propios motivos, tribulaciones y razones para sobrevivir, y en una maratón de más de 2 horas uno tiene tiempo de sobra como para pensar en ellas...

La Carrera como la Metáfora de Todo (o casi todo): 
Es imposible correr durante harto rato sin pensar en nada. En verdad es imposible.
En mi caso, las veces que salgo a correr se han convertido en realidad en largas sesiones de reflexión, de conversación interna, de divagación absolutamente desestructurada, de brainstroming en movimiento...
Y en eso estaba el otro día. Corriendo y pensando. Pensando y corriendo. Mi intención era correr 10 K.
Iba el el kilómetro 8,5 y entonces comencé a fatigarme. Y de verdad me empecé a sentir mal... Hace tiempo no me pasaba.
Han visto la cara de alguien fatigado? Uno no se ve de lo mejor, es una situación realmente desagradable, lo único que uno quiere es caminar o de frentón, parar.
Te duele todo, estas muerto de sed, te queman las piernas, te cuesta respirar, sientes que el corazón se te va a salir por la boca... En resumen, un buen trote, exigente, a buena velocidad, intensidad y por una buena cantidad de kilómetros es una verdadera sesión de masoquismo disfrazada. Es una pequeña dosis de sufrimiento autoimpuesto que nos sirve para volvernos más resistentes al dolor, más humildes, más controlados y más persistentes, que creo que son atributos que no sólo nos sirven en los últimos kilómetros de nuestras carreras de running, sino que también son cruciales a la hora de enfrentar los "últimos kilómetros" de TODAS nuestras carreras. 
Por eso es que la metáfora de la línea de partida - la carrera - la fatiga - la meta es sumamente transversal. Puede que practiquemos running o no, pero independiente de esto TODOS nosotros "corremos" a diario en varias "carreras", aunque no nos demos cuenta. En nuestro trabajo, en nuestros estudios universitarios o de post-grado, en ese proyecto de construirnos nuestra casa, en esa relación de pareja que se ha vuelto cada vez más compleja, en ese emprendimiento que recién estamos comenzando... Todos estos desafíos en el fondo se parecen mucho a una maratón, requieren el mejor esfuerzo de nosotros, a veces nos someten a situaciones muy desagradables, de stress, de fatiga, incluso de dolor. Hacen que nos quebremos, que perdamos la fe, que queramos dejar todo botado porque ya no damos más...
Y acá es donde aparece el temple y la fortaleza mental de las personas. Esos atributos que realmente marcan la diferencia en los "kilómetros finales" de nuestras carreras, que hacen que por un momento nos abstraigamos de nuestro pequeño sufrimiento momentáneo, de los dolores y frustraciones, de los malos ratos, de la pena y miremos el futuro con un poco más de optimismo y que pongamos un último esfuerzo por terminar esa carrera, por cerrar ese ciclo, por llegar a la línea de meta.
Por eso me gusta el running.
Porque no estoy compitiendo con nadie más que conmigo mismo, porque cuando llego a los objetivos que me planteo me siento bien, realmente bien. Y hasta orgulloso de "haberme ganado", de haberme sobrepuesto al dolor, de haber acallado esa voz interna que me decía: "Para! da lo mismo, nadie te está viendo, ándate para tu casa a descansar, total nadie va a saber...!", en suma, de haber ganado una pequeña batalla.
Una batalla que a nadie le importa excepto a mi y que quizás no va a cambiar nada pero que por lo menos me di el gusto de haberla ganado...

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